EDAD ANTIGUA

edad antigua
Algunos historiadores han identificado a Hornachuelos con Celti, oppi-dum o poblado fortificado del Conventus hispalensis (Plinio, Naturalis Historia III, 11) y mansio o punto de descanso de una vía romana que unía Astigi (Ecija) con Emerita (Mérida) Itinerario de Antonino, 413,3-; no obstante, los estudios más recientes tienden a situar dicha población en los municipios de Peñaflor o de La Puebla de los Infantes.
Al norte de Hornachuelos los restos de época romana son escasos y bastante tardíos, como la inscripción de IUSTA aparecida en San Calixto y fechada en el 663 d.C. La pobreza agrícola y el accidentado relieve limitarían fuertemente el restablecimiento de asentamientos humanos fijos en la zona norte y centro del término en época romana, reduciéndose las actividades en este territorio a la explotación de sus recursos mineros (plomo argentífero y cobre). El mineral sería transportado hasta las poblaciones cercanas situadas en las riberas del Guadalquivir, como Detumo (Posadas) y Cárbula (Almodóvar), donde era fundido y comercializado. La fundición de metales en las riberas del Guadalquivir pertenecientes al término municipal de Hornachuelos está constatada en el Bronce Final, pero no en época romana.
En la zona sur de Hornachuelos se dio una fuerte implantación rural, como nos confirman los restos de las numerosas villas encontradas en ella indicándonos que las actividades económicas principales fueron las derivadas del cultivo del olivo y de la producción y comercialización del aceite. Dichas actividades están confirmadas por la aparición de molinos de aceite en el cortijo de El Bramadero y en la huerta de San Sebastián; de villas con obras hidráulicas para almacenar agua en el molino de Guadalora, en el cerro de Los Vuelos y en el cortijo de Isla de la Jurada, donde se fabricaban las características ánforas globulares hispánicas destinadas al envasado de aceite en Moratalla, Villa Cisneros y el cortijo del Carrascal. Todos estos hallazgos muestran las fuertes inversiones realizadas en época romana y la infraestructura existente, destinada a obtener los mejores rendimientos posibles de la industria aceitera.
Desde los lugares donde la aceituna era prensada, el aceite se llevaba hasta los puntos de embarque existentes en el Guadalquivir, donde se trasvasaba a las ánforas oleícolas y se embarcaba en naves fluviales para ser comercializado en otras partes del Imperio Romano.
Por Hornachuelos pasaba un importante camino desde época republicana, la vía Corduba-Hispalis, que unía los principales núcleos urbanos de la margen derecha del Guadalquivir. La vía procedente de Posadas discurre próxima al río, por la cañada de Posadas a Peñaflor, franqueando el río Bembézar por un puente situado al sur de la estación de ferrocarril de Hornachuelos.


ARQUEOLOGÍA


Desde los albores del Bronce Final se documenta una intensa explotación de los ricos suelos agrícolas de la Vega del Guadalquivir y de los ríos Retortillo y Bembézar. Los asentamientos son pequeños, situados en las proximidades de los cauces fluviales, por lo general sobre pequeñas elevaciones que los protegieran de las periódicas crecidas. Las estructuras de habitación típicas son las que conocemos como "fondos de cabaña", de las que se ha excavado una en el yacimiento conocido por “El Ochavillo”.
Durante el Orientalizante, estas comunidades asimilan los estímulos coloniales que, desde el litoral, remontan el Guadalquivir, Hacen ahora su aparición las primeras cerámicas a torno y se produce una reestructuración en el poblamiento, que tiende a una concentración en asentamientos de mayor entidad que los de la etapa precedente Diversos indicios apuntan a la posible existencia de un importante hábitat correspondiente a estos momentos y a época ibérica en el solar del actual Hornachuelos, al tiempo que perduran varios de los pequeños poblados de la etapa anterior, como Carneriles.
Esta situación no parece haberse modificado de un modo sustancial en los primeros momentos, de la presencia romana en la zona. Sin embargo, la rápida puesta en explotación de los recursos mineros y, en especial, agrícolas, se traduce en torno al cambio de era, en una espectacular eclosión de pequeños asentamientos rurales en ambas márgenes del Guadalquivir, Muchas de estas villas, como las de Cortijo de Monte Alto, Molino de Guadalora, La Jurada, El Carrascal, VilIacisneros, Moratalla o El Bramadero, estuvieron en funcionamiento, a juzgar por algunos tipos de sigillatas claras, hasta momentos muy avanzados ya de finales del siglo IV.
Por último, y en relación con la fase más tardía de estas villas, debemos señalar la presencia de diversas necrópolis, de entre las que sobresale la recientemente excavada en “El Ochavillo” que ha proporcionado varias decenas de sepulturas de inhumación con un ajuar constituido por vasos cerámicos, jarras de bronce, broches de cinturón, etc. También de una necrópolis tardoromana procedería un fragmento de sarcófago que se conserva en la parroquia de Hornachuelos.

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