PREHISTORIA

prehistoria

Hornachuelos es el más extenso de los términos municipales de la provincia, después de la capital. Tiene el inconveniente de ser, a su vez, el más intrincado relieve y abrupto paisaje a la hora de buscar restos prehistóricos en él, particularmente en la zona más septentrional del mismo. A pesar de esos inconvenientes, Hornachuelos brinda una buena cantidad de cuevas, la mayoría sin explorar ni estudiar, así que en la actualidad están en proceso de estudio, previo a su excavación.
Instrumentos de sílex tallados del paleolítico se localizan desde la zona más septentrional (La Muela) a la más meridional (Fuente del Membrillo), que nos están hablando de la presencia de cazadores de aquella época en la zona del Guadalquivir y del Bembézar.
Nuestra información sobre la prehistoria de esta zona se interrumpe hasta llegar a la Edad de los Metales, época a la que podrían adjudicarse los restos cerámicos hallados por J.Bernier en una de las cuevas, que junto con la del Risquillo y la de Cárdenas configuran un interesante grupo.
Sin duda, lo que más relieve tiene son los vasos campaniformes de El Bramadero, en primer lugar por señalar un punto más de su presencia en el valle del Guadalquivir, y en segundo por la calidad del producto. El primer hallazgo acaeció en 1950, efectuado por el entonces comisario local de excavaciones, señor Martínez Lora, consistente en una vasija de tipo campaniforme y un pequeño puñal de bronce. Ambos objetos estaban depositados en el interior de una fosa rectangular, excavada en el suelo, con las paredes recubiertas por lajas de piedra. Aunque su aspecto era el de una tumba tipo cista y los materiales que contenía son típicos del ajuar de los enterramientos con campaniforme, no se hallaron restos humanos en su interior.
El vaso campaniforme, completo y en buen estado de conservación, era de la forma cazuela, ancha y baja, con la característica decoración incisa en bandas horizontales que se entrecruzan en la base. El puñal, de algo más de catorce centímetros de longitud, es triangular, alargado, con una pequeña lengüeta para el enmangue. El análisis metalográfico reveló que se trataba de bronce arsenicado, es decir, cobre aleado con una pequeña proporción de arsénico, uno de los más primitivos sistemas de aleación metalúrgica.
Años más tarde, en 1954, los señores Martínez Lora y Martínez Boloix llevaron a cabo una excavación en la misma fínca, en un lugar próximo a aquel en que se denominó cueva neolítica artificial, apareciendo, entre otros fragmentos cerámicos, uno de campaniforme y un cuenco completo de cerámica sin decorar, además de otro cuchillo de metal algo más pequeño que el anterior, pero con composición metálica idéntica.
No cabe duda que el Guadalquivir sirvió de vía a la difusión del fenómeno campaniforme hasta el interior de Andalucía, como lo prueban diversos hallazgos que se han realizado. Las cerámicas campaniformes de El Bramadero y los puñales asociados a las mismas son una clara muestra de ello.

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